Por Alfonso González Núñez.
Opinión Parlamentaria (27/11/2017). Enorme expectativa genera en la opinión pública regional, europea y mundial la próxima firma de un Tratado de Libre Comercio entre el MERCOSUR y la Unión Europea (UE), acuerdo que según los jefes de las delegaciones negociadoras podría formalizarse el 10 de diciembre venidero, en Buenos Aires, tras más de dos décadas de tira y afloja en la que cada parte, como es obvio suponer, tantea alcanzar sustanciales beneficios a costa de módicos renunciamientos y concesiones.
Recordemos que el 11 de mayo de 2016 se verificó el primer avance esencial cuando se procedió al intercambio de ofertas de acceso a mercados, momento crucial en que ambos sectores revelan sus expectativas en materia de comercio de importación y exportación, servicios, compras gubernamentales, patentes, propiedad intelectual, inversiones y competencia.
A partir de ese instante, se dieron intensas conversaciones dirigidas a mejorar determinadas propuestas consideradas muy ambiciosas por los coparticipantes.En líneas generales, el MERCOSUR pretende con legitimidad una plaza europea plenamente abierta a su vasta producción agrícola y ganadera; mientras que su homólogo proyecta, también con autenticidad, inundar la zona sudamericana con su industria manufacturera de estimada calidad y penetración internacional.
En ese tren de cosas, lograr finalmente el punto de equilibrio que garanticen ganancias y ventajas estables y ponderables a los interlocutores, constituye el fiel de la balanza que solo tendrá que inclinarse a los efectos de neutralizar o atenuar asimetrías demasiado significativas que ponen en pie de desigualdad a los bloques. En tal sentido, se aboga por que la UE reduzca e incluso elimine a plazo prudencial las copiosas subvenciones oficiales al segmento agrícola, una práctica proteccionista que se opone al multilateralismo y debilita el ánimo negociador del virtual asociado.
La UE es una potencia económica de primer orden a escala mundial. Países como Alemania, Francia e Italia, con tecnología de punta, son líderes en varios rubros como el de automotores, maquinarias pesadas, farmacéutica, instrumental médico, industria aeronáutica y naval, informática, electrónica, etc.; en tanto que el MERCOSUR ofrece, como lo adelantáramos, una producción alimentaria altamente competitiva, abundante y apreciada en el orbe globalizado.
En resumido balance, los mega millonarios ingresos percibidos por la UE en concepto de exportaciones superan ampliamente a los del MERCOSUR, propiciando un grado de desarrollo pródigamente mayor, razón axiomática para que el trato preferencial se vuelque en porcentajes significativos hacia el futuro asociado con menor índice de crecimiento estadísticamente refrendado.
La Presidencia de la Delegación de Paraguay en el Parlamento del MERCOSUR saluda con beneplácito la inminente suscripción del convenio birregional que insertará a nuestra área compartida en las grandes e influyentes ligas comerciales. Al propio tiempo, exhorta a los consocios a conceder importantes cupos a la producción nacional, una vez entre en actividad la alianza, visto la condición de Estado mediterráneo, limitación geográfica que comparativamente desnivela las posibilidades y oportunidades de prosperidad integral que concentran las repúblicas con litoral marítimo respecto a sus vecinos aislados de los océanos.
Ciertamente, la rúbrica del compromiso no comporta en los hechos la vigencia inmediata de la etapa operativa. Habrá aún de limarse particularidades subsistentes para posteriormente abrir las compuertas de la transacción activa que, entendemos, se concretará durante el 2018, año al parecer predestinado para que el MERCOSUR desplace las imprecisiones e incertidumbres y asuma en definitivas la madurez, solidez e idoneidad institucional que con justificada impaciencia aguardan las poblaciones asentadas en territorio mancomunado.-