Opinión Parlamentaria (10/04/2025). En estos días hemos asistido a un capítulo más en la reconfiguración del orden mundial. Es de público conocimiento que los aranceles, que unilateralmente definió Estados Unidos, tuvo su respuesta por parte del gigante Asiático, país con potencia y espalda económica para “devolver la gentileza” como decimos. Bajo el extraño argumento que China es responsable de un problema que tiene su epicentro en Estados Unidos, se acusa ridículamente a Beijing de generar los problemas sociales que genera la adicción al fentanilo en el país del norte.
Estos hechos bajo la, por lo menos dudosa, excusa que esgrime Washington, lo único que hace es acelerar la guerra comercial en el mundo, y como lo ha demostrado la historia, en una guerra no hay ganadores y perdedores, solo hay perdedores.
Es inevitable recordar en este contexto, una vieja frase de un filósofo Italiano[i] "El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”.
Vamos por parte. “El viejo mundo” que muere es el orden económico y político que ha dominado el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, caracterizado por la hegemonía de Estados Unidos como potencia líder que está, al menos, en claro retroceso. La globalización ha generado desigualdades, deslocalización industrial y descontento en muchos países, especialmente en nuestras latitudes. Además, el ascenso de China como potencia económica y tecnológica ha desafiado la primacía estadounidense, cuestionando la supremacía económica del país del norte .
"El nuevo tarda en aparecer", podemos interpretarlo en este momento histórico bajo la evidencia que aún no ha emergido un nuevo sistema global claro y consolidado. La guerra arancelaria entre China y Estados Unidos es un síntoma de esta transición. Ambos países compiten por definir las reglas del comercio internacional, la tecnología (como la guerra por los semiconductores y el 5G) y la influencia geopolítica.
Este periodo de incertidumbre se caracteriza por la falta de consenso sobre cómo debe funcionar la economía global. ¿Será un mundo multipolar donde varias potencias comparten el poder incluyendo países emergentes? ¿Veremos una nueva Guerra Fría entre dos bloques liderados por China y Estados Unidos? ¿O iremos a un mundo tripolar, con ejes en Pekín, Washington, Moscú? Estas preguntas aún no tienen respuesta clara.
"Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, la guerra, sea del tipo que sea (en su versión armada, arancelaria o híbrida) ya es suficiente monstruo, pero en esta reinterpretación de la frase, no basta con quedarnos solo en ese monstruo, ya que esta guerra arancelaria, o mejor dicho, el ataque deliberado de Estados Unidos con la imposición unilateral de aranceles adicionales se cimenta sobre otros monstruos, más sigilosos pero igual de violentos y peligrosos. La estigmatización a otros pueblos, el supremacismo blanco occidental, la violencia verbal, y violencia económica.
Dicho esto, hay que ser claros. De no ser por las anteojeras ideológicas y el apoyo únicamente en la timba financiera como única variable económica que tiene en cuenta este gobierno, esta situación económica global genera para el sector agroindustrial, uno de los más importantes sectores de nuestra economía, una importante oportunidad. Los productos a los que China les agrega aranceles son, principalmente, productos agropecuarios.
La ecuación es simple, y no hay que ser economista para sacar la cuenta. Si un país va a reducir las importaciones de otro país en productos que nuestra economía genera, es una oportunidad para incrementar nuestras exportaciones al gigante asiático. Es una oportunidad para nosotros y para la región. El problema radica que para poder aprovechar esta oportunidad debemos tener un gobierno que entienda que la posición de Argentina debe ser el multilateralismo a partir del fortalecimiento del Mercosur, fortaleciendo las relaciones con China y con los países emergentes, fortaleciendo el eje Sur- Sur y no el posicionamiento entreguista e ideológico que tiene el gobierno de Milei que ni siquiera pelea por los aranceles que EE.UU. le impondrá, también violenta y unilateralmente o los productos que exportamos a su economía.
Un Estado que vele por aprovechar las coyunturas económicas en favor de nuestro pueblo es lo que necesitamos, más no un Estado que vuelve a ir al FMI para profundizar el sufrimiento económico de toda la población.