Superar la Unión Aduanera imperfecta y avanzar hacia el Mercado Común pide la Delegación Paraguaya

 

En una civilización regida por la globalización, la integración de los países independientes en bloques es la receta infalible y la pauta inmutable para lograr el desarrollo integral de las sociedades involucradas. Hasta hoy día, nadie ha enunciado alguna fórmula alternativa que sustituya al consenso de mancomunarse, donde la consigna de ceder algo en beneficio del conjunto vigoriza al grupo y, por incontrastable derivación, favorece a todos y cada uno de los componentes. Resultado: todo el mundo feliz. Obviamente, si se acatan puntillosamente las reglas convenidas, hay que aclararlo.

Para aquellos renuentes a admitir en los hechos las ventajas y bondades de la asociación, destacamos que la integración es un medio para la ampliación de los mercados, aumento de la productividad, disminución de los costos de producción, descenso de los precios al consumidor final, superior oferta, expansión y diversificación del comercio, optimización de la eficiencia, estímulo de la competencia, generación de nuevas actividades económicas, formación, capacitación y actualización de mano obra especializada, etc.

La Presidencia de la Delegación de Paraguay en el Parlamento del MERCOSUR deja constancia que en nuestra alianza regional se ha perdido de vista lo predicho, no irremediablemente, pero sí de manera inquietante y peligrosa atendiendo las desusadas maniobras proteccionistas con que las autoridades argentinas y brasileñas impugnan la filosofía del libre intercambio que gobierna el universo de los negocios entre agrupaciones de naciones soberanas.

Penosamente, estos insufribles desbarajustes que acogotan el comercio recíproco y multilateral en la zona, obedecen en gran porcentaje a que el proceso de integración en el MERCOSUR se halla estancado desde hace más de una década, debatiéndose entre un Área de Libre Comercio incompleta y una Unión Aduanera imperfecta, ciclos que habrá que finiquitarlos con rapidez y orden si verdaderamente se concibe avanzar a la siguiente etapa, el Mercado Común, fase identificada por la desaparición de las barreras aduaneras, la consolidación del arancel externo común y la entronización de la libre movilidad de bienes, servicios, capital y recursos humanos por los territorios unificados.

Si no se consigue evolucionar hacia el Mercado Común, donde el funcionamiento de instituciones supranacionales como el Parlamento del Mercosur, el Tribunal de Justicia (Corte Suprema del Mercosur), el Tribunal de Cuentas, componentes del Derecho Comunitario, imponen sus preeminencias, menos todavía se podrá entrever el próximo grado, la Unión Económica, el más elevado de la integración, caracterizado por la total armonización de las políticas monetaria, financiera y fiscal, la fundación de un Banco Central del Mercosur y la adopción de una moneda común. Prototipo de la Unión Europea (UE).

Avergüenza reconocer, pero nobleza obliga, como pontifica el longevo adagio, el MERCOSUR apenas ha concluido, aunque con desprolijidad, en 21 años de existencia institucional, con el primer estadio de la integración, el Área de Aranceles Preferenciales, en la que se redujeron los tributos aduaneros en algunas pocas y selectivas mercancías, siendo Brasil y Argentina los principales agraciados al acentuar sus exportaciones al interior del bloque y mermando sus importaciones, en detrimento del Uruguay y perjudicando notoriamente a Paraguay.

Los miembros mayores, responsables directos del atascamiento de dos décadas, tendrán que retrotraerse y beber de la letra y el espíritu del antecedente inmediato del Tratado de Asunción, su homónimo de Montevideo, la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) signado el 12 de agosto de 1980 por diez naciones sudamericanas y Méjico, que en una encrucijada trascendental de la historia del continente asumieron el compromiso formal de fortalecer los lazos de amistad y solidaridad entre los pueblos de América Latina, integrando económicamente a la región, en un esfuerzo compartido por mejorar el nivel de vida de sus habitantes.

En la referida estipulación, se consagra el tratamiento diferenciado y flexible para las economías de menor desarrollo relativo más las justas y legítimas compensaciones para las Repúblicas mediterráneas. Y Paraguay, en el seno del MERCOSUR, reúne sobradamente ambos requisitos para hacerse acreedor de condiciones más dúctiles que contribuyan resueltamente a obtener niveles de crecimiento que justifiquen no solo su permanencia en el bloque sino la propia continuidad del acuerdo interpaíses.

La Delegación Paraguaya en el Parlamento del Mercosur exige al Jefe de Estado de nuestro país a que obligatoriamente, en la Cumbre que se avecina, proponga con firmeza a sus pares a suscribir las directivas políticas tendientes a apurar la conclusión de las labores encomendadas a los técnicos del órgano ejecutivo del MERCOSUR, el Grupo Mercado Común (GMC), de modo a quemar etapas y vislumbrar así, a mediano plazo, la observancia escrupulosa de los cuatro numerales adscriptos al crucial Art. 1 del Tratado de Asunción.-

Mayo de 2012

Parlamentario ALFONSO GONZALEZ NÚÑEZ

Presidente