Las trabas argentinas al comercio nacional de exportación, principalmente, son tan numerosas, escandalosas y absurdas que al detenernos a examinarlas concienzudamente con la mayor dosis de honestidad posible, arribamos a la conclusión de que las cada vez más novedosas barreras impuestas en su totalidad bombardean implacablemente el proceso de integración regional, como si el MERCOSUR fuere una coalición enemiga a combatir y no una alianza con fines de desarrollo colectivo a propiciar. Ahora, el inefable Ejecutivo rioplatense nos sorprende, aunque ya no asombra a nadie su díscolo comportamiento, con una flamante jugarreta tendiente a acarrear más perjuicios a la economía local: la exigencia a los buques de pabellón paraguayo de incorporar a sus tripulaciones a prácticos de puertos de nacionalidad argentina. Estos técnicos, por sus conocimientos acabados del trayecto a cubrir, son los responsables de la seguridad integral de las naves, cargamentos y pasajes hasta el destino final.
La Presidencia de la Delegación de Paraguay en el Parlamento del MERCOSUR advierte que este novel engendro dirigido a entorpecer el recorrido de las naves compatriotas por el río Paraná, viola con notoria perfidia las normas internacionales de la libre navegación de los cauces hídricos compartidos por dos o más Estados soberanos. Acciones de está calaña no resultan nada extraño; es más, son predecibles al contemplar el desquiciado proteccionismo promovido por Cristina de Kirchner que se orienta directamente a aniquilar la leal competencia al interior de su territorio, arguyendo “defensa de su industria nacional y protección de sus fuentes de empleo”. Con ese criterio vergonzosamente egocentrista, gran favor harán a la globalización universal reconsiderando seriamente su presencia en el MERCOSUR.
Los círculos públicos y privados de Brasil y Uruguay, recordemos, censuraron resueltamente hace poco esa drástica política de desaire al Tratado de Asunción. La denuncia se refiere a una imposición a todas luces irracional que solo puede perpetrarse contra aquellos países dependientes de sus vecinos para su conexión con terceros y las costas marítimas. Y en esto de las interferencias ilícitas al tráfico comercial compatriota por la geografía del MERCOSUR, en especial por vía fluvial, Argentina aventaja a la sazón por varios puntos al Brasil, nación cuyas ambiciosas miras trascienden hoy día nuestro limitado espacio continental. La medida, inconsulta por completa con nuestro país, arroja decenas de miles de dólares en pérdida para los empresarios paraguayos del área, atendiendo que las embarcaciones que no se someten al abuso son retenidas arbitrariamente en los puertos argentinos, ocasionando costosas demoras, visto que los atrasos en las entregas de las mercancías a los diversos mercados de la región y extrazona, se cotizan en metálico, a lo que se suma el declive de la credibilidad y la confianza de los importadores, sin mencionar el perjuicio laboral para los prácticos connacionales.
En tal sentido, la Delegación de Paraguay en el Parlamento del Mercosur exige al gobierno nacional eleve de forma inmediata su enérgica voz de protesta, condenando con vigor patriótico la extensa cadena de antojadizas disposiciones que según todos los indicios se encaminan a asfixiar todavía más al Paraguay, sospecha que adquiere calidad de certidumbre dado la negativa del Congreso Nacional de desaprobar el ingreso de Venezuela al MERCOSUR y la repulsa generalizada que suscitó en la sociedad ese adefesio documental denominado Protocolo de Ushuaia II. Febrero de 2012
Parlamentario ALFONSO GONZALEZ NÚÑEZ Presidente Delegación de Paraguay Parlamento del MERCOSUR