Pronunciamiento sobre el rearme de la República de Bolivia

La vivaz carrera armamentista desencadenada por el gobierno del señor Evo Morales provoca en la sociedad compatriota, hondamente pacifista, fundados recelos respecto a los verdaderos motivos que mueven a la hermana República de Bolivia a instalar fuertes contingentes militares y equipamientos bélicos en la frontera con el Paraguay, siendo que desde la firma del Tratado de Paz del Chaco, celebrado el 21 de julio de 1938, las dos naciones emprendieron juntas una radiante época de apacible convivencia, situación jamás alterada en estos más de setenta años de la culminación de ese infortunado conflicto que estérilmente enfrentó a dos pueblos proverbialmente fraternos.

Ese clima de paz y de entendimiento que hasta hoy preside el relacionamiento entre nuestros países, corre el serio riesgo de verse penosamente fracturado por los signos de beligerancia exteriorizados por la administración del Sr. Morales que, conteste a las operaciones y maniobras que se escenifican en los lindes con el Paraguay y en otras regiones de su geografía, produce la impresión de que el rearme boliviano obedece no exclusivamente a la saludable intención de garantizar la seguridad interna y controlar los desbordes en su territorio, sino que antes bien devela preparativos preliminares inherentes a una virtual campaña de ofensiva armada hacia un todavía hipotético enemigo.

Y, hablando con seriedad y realismo, es por completo improbable que Bolivia renueve y amplíe su arsenal castrense previendo un supuesto enfrentamiento con Brasil, Argentina o Chile, pues es harto sabido por la gente adecuadamente informada, que las autoridades de la patria de Manuel Asencio Padilla se cuidarán de acometer una aventura bélica de esas dimensiones, entreviendo las nefastas y cuasi irreparables consecuencias que tal lance podría precipitar.

Por ende, la lógica conclusión a que arriba la población paraguaya en su conjunto, guiada por la prensa independiente y expuesta, en este caso, por la Presidencia de la Delegación de Paraguay del Parlamento del MERCOSUR, es el recóndito designio boliviano, no del pueblo sí del Ejecutivo actual, de exhumar sea por la vía diplomática o tal vez en el campo de batalla, aquel aciago episodio que en el decenio de los años treinta del siglo pasado derramara sangre y lágrimas y vistiera de luto a los descendientes de los aborígenes guaraníes y aimaras.

Es absolutamente obvio que la élite política boliviana planea con sigilo alguna alternativa para mitigar su mediterraneidad y/o reivindicar sus presuntos y jurídicamente rebatidos derechos sobre el Chaco Boreal. Y en ese contexto, guarecida e incentivada por la obsoleta estructura en pertrechos y efectivos militares que sobrelleva el Paraguay a la sazón, a raíz de la negligencia criminal de varios gobiernos incluido el de Fernando Lugo, estaría entonces apuntando sus miras a nuestro territorio, sea cual fuere la inconfesable razón que los moviliza.

Ante la tibieza, o peor aún, la indolencia del gobierno paraguayo y el desinterés de unos pocos sectores de la ciudadanía organizada, que observan con extraña displicencia este peligro en ciernes para el solar que los cobija, esta Presidencia hace un enérgico llamado a las comunidades y líderes políticos del MERCOSUR, América toda y el mundo libre para que con la rigurosidad que amerita la anómala situación, contribuyan prontamente a restaurar esa atmósfera de confianza y cordialidad que caracteriza a bolivianos y paraguayos, coyunturalmente languidecida por la política exterior agresiva impulsada por el gobierno de Evo Morales, presumiblemente hacia el Paraguay, a estar por los aprestos que se evidencian en los confines de ambos Estados soberanos.


Parlamentario ALFONSO GONZALEZ NUÑEZ
Presidente
Delegación de Paraguay
Parlamento del MERCOSUR