Por Humberto Benedetto
Opinión Parlamentaria (11/01/2018) - El Empoderamiento de las Mujeres en el Ámbito del MERCOSUR se inicia con la implementación del voto femenino, donde el primer país que lo implementa es Uruguay en 1927, seguido por Brasil 1932. Bolivia en 1938, Venezuela y Argentina en 1947 para culminar finalmente con la aprobación en Paraguay en 1961
“Es mejor entregar el cincuenta por las buenas antes de que se queden con todo por las malas ”. JDP
Si alguien quisiera sostener la tesis que “A mayor tiempo de participación ciudadana femenina menor tiempo en llegar las mujeres al poder", o la teoría de que “Si una mujer llegara a la Presidencia, más mujeres llegarían al poder” la historia reciente destruye, por lo menos en nuestro MERCOSUR, a ambas aseveraciones.
Uruguay, primer país en instaurar el voto femenino lleva 90 años esperando (o no) que una mujer sea Presidente y solo por la renuncia del Vicepresidente hoy ese lugar es ocupado por una pero es la Presidenta provisional del Senado.
A nuestro país le llevó bastante menos (27 años) que llegara al poder una mujer, pero extrañamente Isabel Martínez, Primera Presidenta en la región y miembro de un partido que reivindicaba la denominada “rama Femenina”, no incluyó ninguna mujer entre sus Ministros.
A Bolivia le tomó 32 años para que una mujer como Lidia Gueiler llegara de manera interina a la Presidencia en 1980, Y nuevamente en su efímero paso por el poder tampoco incluyó a ninguna representante del género.
A Brasil le tomó 78 años que llegara a la presidencia Dilma Russef, siendo la única mujer electa que no fue esposa de un Presidente. Pero eso no aseguró el crecimiento de la participación de la mujer en su gabinete ya que apenas el siete por ciento fueron mujeres (hoy que preside un hombre el porcentaje es algo mayor).
Cristina Fernández fue la única Presidenta en terminar su mandato y obtener su reelección en la región aunque dicho éxito tampoco redundó en mayor participación de mujeres en su gabinete ya que sólo 7 mujeres fueron Ministras en un total de 47 nombramientos Las “Todas” fueron apenas el 14 % y los “Todos” se llevaron el resto. Actualmente solo una mujer en la región del MERCOSUR es parte de Vicepresidenta, merced a la elección de 2015 en donde Gabriela Michetti fue consagrada Vicepresidenta.
Venezuela, por su parte, tuvo una sola Vicepresidente en 2002, 47 años después de implantar el voto femenino. Paraguay sigue sin tener ninguna mujer en la fórmula presidencial desde 1961, en donde las mujeres obtuvieron la posibilidad ejercer sus derechos electorales.
Al parecer, viendo los fríos números, tampoco la presencia de mujeres en los Parlamentos, posiciona mujeres en los gabinetes, ya que los números actuales de participación en los mismos no tienen en general correlación en los ámbitos ejecutivos y sus máximos poderes judiciales, ya que por ejemplo Argentina posee una participación del 37 y del 39 por ciento en su Cámara de Diputados y Senado aunque su máxima instancia en el poder judicial tiene un 20% de participación, y apenas un 10 por ciento de las Ministras son mujeres. Para alegría de muchas mujeres y preocupación de varios hombres de la política Argentina, hace muy poco se aprobó la ley de equidad que asegurará la presencia del cincuenta por ciento de ambos géneros en las próximas elecciones nacionales, un verdadero éxito que corona años de lucha de tantas organizaciones de mujeres.
Brasil por su parte es el país en que menos mujeres integran su Parlamento (10 y 16 por ciento) a pesar de que la ley sostiene la presencia del 30 por ciento como mínimo en las listas y el 70 como máximo. En sus otros poderes las proporciones son similares 18 por ciento en el Poder Judicial y el 12 por ciento en su gabinete de Ministros.
Paraguay y Uruguay han sido coherentes con la participación de las mujeres en su Parlamento ya que la ley de cupo indica que una cada cinco o tres de cada 15 en las listas deben ser mujeres y el porcentaje de sus cámaras es del 18 y 16 por ciento en diputados y el 20 y 25 por ciento en el senado. En el Poder judicial Paraguay y Uruguay tienen los mayores índices de participación de la región con el 33 y 40 por ciento respectivamente.
Venezuela, a pesar de la derogación en el 2000 de su ley de cupo que indicaba el 33 por ciento debían ser mujeres, mantiene un porcentaje similar en su Asamblea Nacional (27%), en su Poder Ejecutivo (27%) y algo mejor en su poder Judicial (37%)
Bolivia por su parte ha sido el primer estado parte del MERCOSUR en garantizar la ley igualitaria, lo que llevó a que su actual poder legislativo tenga porcentajes del 53 por ciento en Diputados y del 47 por ciento en su Senado. Pero los números disminuyen drásticamente cuando vemos que su máximo poder judicial alcanza solo un 30 de mujeres y el gabinete de Evo Morales tiene solo un 20 por ciento.
En el ámbito institucional del MERCOSUR, la cuestión de género va más lento de lo esperado, después de su inicio hace ya 26 años, recién en 2014 se creó la reunión especializada sobre el género y este estamento solo ha fijado algunas directrices sobre la problemática, con muy pocos avances en la instrumentación de propuestas integrales sobre la temática para toda la región.
En el Parlamento del MERCOSUR, la participación de la mujer es dispar ya que de un 40 por ciento de mujeres que integran el mismo en representación de Bolivia, cae a un exiguo 7 por ciento en la representación indirecta de Brasil, completándose con porcentajes que rondan el 20 por ciento en las delegaciones de Argentina, Uruguay y Paraguay. La representación federal en Argentina (un Parlamentario por provincia donde la mayoría de los candidatos titulares fueron hombres y las mujeres ocuparon en general un cómodo segundo suplente) dio por tierra al porcentaje elevado que este país tiene en su congreso, mitigando la caída las renuncias de los hombres titulares electos por Capital, Jujuy, Santiago del Estero y la Rioja, y la renuncia de tres hombres que acaban de ser electos como diputados que permitieron elevar la cifra de un 11 original en 2015 a un 25 por ciento actual.
De lo expuesto, queda claro que hay diversos factores de tipo cultural, institucional, de oportunidades históricas o de mujeres con poder delegado por los hombres que han influido de manera dispar, con adelantos y retrocesos, en nuestra región en lo que hoy generalizamos como empoderamiento de las mujeres.
Lo que también es cierto es que si las mujeres no hubieran luchado como lo hacen, no se hubiera avanzado mucho en el sentido que se ha avanzado. Queda analizar en un futuro como dicho empoderamiento influye en disminuir las desigualdades de las mujeres de a pie, las que nunca salen en la foto y que vienen sufriendo discriminaciones en lo laboral, en lo institucional y con los alarmantes números de violencia de género y trata de personas y para ello es imprescindible que quienes lleguen a importantes lugares de poder, lo ejerzan en función del resto de las mujeres y no solamente en beneficio individual.