Por Fernanda Gil Lozano
El Parlamento del MERCOSUR —conocido como PARLASUR— viene sufriendo desde los inicios de la gestión del actual mandatario argentino, todo tipo de estrategias y campañas con el fin de desacreditar a sus miembros, sus funciones, y el sentido para el cual fue oficialmente constituido en Brasilia —en el año 2007—, si bien funciona por medio de representantes desde el año 1994.
La construcción de instituciones es un proceso largo que exige compromiso y convicciones, ya que va más allá de los gobiernos de turno. Se trata de organismos que las democracias crean para reafirmarse, y que son más importantes que los presidentes y las personas. La creación de un Parlamento Regional fue una iniciativa para reforzar el proceso de integración del Cono Sur, y de los países miembros del Mercado Común del Sur creado en 1991.
El Parlamento Común Europeo comenzó siendo una institución para reforzar los instrumentos democráticos de la región: no sancionaba leyes, y solo tenía una tarea consultiva.
Con el correr de los años, y por la vocación democrática de sus países miembros, fue ampliando su competencia. Co-legisla con el Parlamento Común, y sus miembros son elegidos por voto popular directo. Tiene un prestigio ganado con años de construcción, de sentido y de pertenencia. Y aun así no tiene el poder total para legislar, y hay temas del orden fiscal de los países en los cuales no participa.
El Parlamento del MERCOSUR ha sido pensado para ir en esa misma dirección y actuar en bloque en la región para generar políticas que contribuyan al desarrollo de los pueblos, y colabore en la preservación democrática y Derechos Humanos. Y en temas como: Inmigración, Medio ambiente, Salud, Transporte, Energía.
Para lo cual tiene diferentes comisiones que llevan adelante Dictámenes, Proyectos de Normas, Declaraciones, Recomendaciones y Disposiciones que son elevadas a los gobiernos para poner en consideración asuntos que atañen por igual a los países miembros, y que contribuirían a solucionar problemas comunes a todas las fronteras.
Paraguay y Argentina son los países que han elegido a sus miembros por sufragio directo —el resto tiene representantes de sus Congresos—, y se espera que para el 2019 todos los países miembros sean electos por voto popular.
Los Parlamentarios argentinos cuentan con millones de votos que los respaldan en sus funciones, con la obligación de asistir a las sesiones para lo cual trabajan previamente en la investigación y desarrollo de las propuestas que allí se elevan.
No tiene ninguna carencia de legitimidad, y es una Institución Representativa de los Pueblos. Sin embargo, se ha convertido en la Argentina en el blanco de todo tipo de ataques, de un continuo hostigamiento con la intención de desacreditarlo; y al negarle el cobro de honorarios a sus miembros —que por ley les corresponde—, es una limitación extrema que apunta al desgaste.
Como el gobierno argentino se sabe en falta —y está incumpliendo lo que debe pagar a funcionarios electos—, acepta pagar pasajes y viáticos a las sesiones que cada mes se realizan en Montevideo, porque de lo contrario tendría un escándalo diplomático con el resto de los países, los cuales no pueden creer el maltrato e indiferencia del gobierno argentino, que es un tiro por elevación a todo el conjunto de los Parlamentarios internacionales.
Las campañas Chau Fueros y Chau Privilegios —cuya máxima figura fue Mariana Zuvic—, con el apoyo de medios de comunicación masiva, se jacta de haber logrado que no se aprobara el pago de honorarios y que se creara esta situación vergonzosa en una institución que está en progreso. Y que ha comenzado a afianzarse en toda la región, teniendo como meta su completa incorporación al conjunto de las sociedades latinoamericanas de acá a tres años.
La primera camada de Parlamentarios argentinos electos tiene como misión consolidar lo que los representantes anteriores venían realizando, con vistas a perfeccionar los instrumentos que tiene para servir, y aportar estrategias y conocimientos al servicio de las democracias.
En el programa conducido por Mirtha Legrand el pasado sábado 22 de abril, Mariana Zuvic dijo:
“Hicimos varias cosas. Primero, mostrarle a los argentinos qué era el PARLASUR, que nadie sabía qué era”.
“O qué quería hacer el kirchnerismo: hacer otra guarida del PARLASUR, como lo hicieron con el Senado y el Congreso”.
“Tenemos a Julio de Vido protegido por los fueros. Y la mayoría de ellos, más que un CV, tienen prontuario”.
“El resto, que no pudieron colocar en las listas del Congreso, los mandaron al PARLASUR”.
“¿Quiénes están actualmente? Milagro Sala (presa); José López (preso). Sino estarían allí, vivitos y coleando.”
Si bien es cierto que estos casos resonantes pusieron al PARLASUR en la primera plana de los medios de prensa de una manera lamentable, es peligroso inferir y generalizar que por ello —tanto en el Senado, como en el Congreso—, en el Parlamento del MERCOSUR se encuentran legisladores con prontuario.
Cabe recordar que Milagro Sala no asumió nunca su banca, y que José López fue expulsado del PARLASUR por su pares de toda la región en una difícil votación. Y en la cual, Mariana Zuvic voto en contra de la expulsión, aduciendo el derecho a defensa.
A instancias del resto, y en una segunda sesión, se logró la expulsión. Por lo cual se infiere que todo el discurso de la Parlamentaria es al menos contradictorio, o acomodado a la conveniencia del momento, al mismo tiempo que efectista.
Desacreditar las instituciones tan libremente es temerario, y se atenta a mucho más que a las personas y a los partidos: se atenta a la misma institucionalidad.
La pregunta es: ¿Esto aplica sólo a los legisladores del kirchnerismo como ella dice? ¿El resto de los legisladores de otros partidos se encuentra eximidos de la categoría de “guarida”? Los de su partido ¿qué categoría tienen?
Sería bueno que ella también hablara de la situación procesal de los legisladores de todas las cámaras y todos los partidos, para conocer cuál es la verdad de los “prontuarios” a los que refiere en sus dichos.
Parecería ser que la lista que se jacta en haber encabezado por Cambiemos —por la cual pertenece a la guarida llamada PARLASUR, junto con 11 miembros más del Pro y la Unión Cívica Radical— fue un cuasi operativo comando a las entrañas del organismo para lograr su desaparición o su limpieza.
Continuó diciendo Zuvic: “ingresamos allí con Lilita Carrió y la Coalición Cívica y con Cambiemos —en esto nos apoyó mucho el Presidente— le pusimos luz a ese lugar tan oscuro” que hoy no tiene absolutamente ninguna función.”
Cuando se presentaron las listas, no se sabía quién ganaría las elecciones en el 2015. Por lo cual es de presuponer que el espacio al que pertenece puso allí a cuadros que no podía ubicar en el Congreso, al decir de sus propios dichos.
¿Cuál sería la actitud de Zuvic si hubiera ganado el Frente para la Victoria? ¿lo denostaría de la misma forma? ¿O exigiría el pago de su dieta argumentando la legitimidad de la función por el voto popular? ¿También diría que no sirve para nada? O ¿defendería el único lugar en el cual su voz tendría alguna resonancia?.
La Presidenta del Bloque de Integración Democrática del PARLASUR se jacta de haber instalado en la sociedad la verdad, diciendo que “no sirve para nada”, “no creo que vaya a funcionar nunca”, “deberíamos empezar a analizar si hay que continuar con este organismo”, “no garantiza la presencia de los venezolanos, a los que Maduro no le paga el pasaje y es el único lugar que tienen para hablar”.
De repente parece que es importante que algunos Parlamentarios estén sentados en sus bancas para hablar, dependiendo del signo político que sean, en un Parlamento que no sirve para nada.
Hemos explicado al inicio de este análisis la génesis de este Parlamento y la de otros similares. Y la importancia de sostener —más allá de nombres y apellidos— a los organismos que ayudan a preservar las democracias, y cuya legitimidad no puede discutirse.
Deslegitimar.
Desacreditar diciendo cosas que se presentan como verdad.
Utilizar falacias discursivas para hacer creer lo que no es.
Decir lo que no tiene relación con el origen real, llevan al interlocutor a aceptar algo como verdadero, utilizando una mentira emotiva para modelar la opinión pública.
A esto se lo llama la “post-verdad”, donde el hecho en cuestión es menos influyente que las emociones y las creencias populares. Se impone apuntando a la sensibilidad antes que al raciocinio. La post-verdad es utilizada y defendida por quienes confían más en las pantallas y en las redes sociales, que en la difícil tarea de construir una sociedad honesta.
La campaña de Mariana Zuvic, y de todo el gobierno de Macri en contra del PARLASUR, denostándolo y llevándolo a la categoría de la “nada misma”, instaló en el imaginario colectivo que no sirve para nada. Y parece haber ganado esta batalla.
Mirtha Legrand, en ese mismo almuerzo, acotaba: “Pienso lo mismo: no sirve para nada”. Idem con Eduardo Feinman: “no sirve para nada, es una beca”.
La preguntan son: ¿por qué? ó ¿para qué? ¿A qué bloque regional quiere pertenecer el gobierno? ¿Hacia dónde miran sus intereses? ¿Puede tan burdamente hacer campaña en contra de las instituciones legítimas de un gobierno?
Ahora es el Parlamento del MERCOSUR —organismo que cuenta con total legitimidad del pueblo—la víctima de la Post-Verdad de Zuvic y de los medios de comunicación, con el fin de ser destruido. ¿Qué otra institución vendrá luego? La democracia es la máxima verdad de los pueblos; y el único instrumento para preservar las libertades y los derechos constitucionales de las personas, y la vigencia de los organismos que las representan. Ningún discurso falaz debería poner en tela de juicio la palabra de los votantes. Esa es la única verdad.