En algún momento del corriente año la resolución del caso Venezuela alcanzará un final sino satisfactorio por lo menos aceptable para los intereses del MERCOSUR y sus cinco miembros. La obligación en este semestre es restablecer la normalidad en la comunidad sin dejar en el empeño contusiones ni resentimientos, antes bien una punzante pero a la par aleccionadora experiencia que ejerza de modelo para eludir reincidencias futuras y fortalecer así el siempre relegado compromiso de honrar con actos incontrovertibles el ordenamiento legal en vigor.
Sacrificar el consenso, estirar en demasía la interpretación de determinados artículos del Tratado fundacional y protocolos anexos, y apelar a arbitrios políticos para solventar el trance, son alternativas no recomendables como tampoco sensatas, debido a que las posturas asoman incompatibles y cualquier medida tomada en mayoría al margen de la unanimidad hallará resistencia y oposición de las partes en desacuerdo, y la eventual disposición carecerá de validez jurídica, al igual que la ilícita separación de Paraguay en junio de 2012.
Convengamos, las visiones están polarizadas. Argentina, Brasil y Paraguay, por un lado, Venezuela, con el apoyo de Uruguay, por el otro, son las dos caras en divergencia de una misma moneda, el MERCOSUR, que en su condición de entidad ensambladora de voluntades nacionales padece por la ríspida convivencia entre sus componentes, resultado de la inflexibilidad del gobierno bolivariano con los valores universales de la democracia representativa.
Es de nobles y justos admitir la verdad irrefutable de los hechos. Nada ganamos ni aportamos ocultando premeditadamente el origen y la causa de la actual crisis. La ortodoxia exige llamar a las cosas por su nombre auténtico, evitando apelativos cómplices o encubridores, que solo enardecen el embrollo reinante y extravían la salida del laberinto, provocando daño generalizado al bloque.
La Presidencia de la Delegación de Paraguay en el Parlamento de MERCOSUR exhorta a que los cancilleres nucleados en el Consejo Mercado Común (CMC) y los propios Jefes de Estado a que prosigan con el diálogo orientado a desembocar en salidas equilibradas mediante el intercambio razonable y desapasionado de pareceres, un dispositivo que entendemos saludable y aconsejable para descubrir y concertar cursos de acción, entreviendo beneficios para la multilateralidad, a partir de la perspectiva colectiva.
En forma particular, sugerimos en principio, y cual medida preliminar, amonestar expresamente a la república de Venezuela vía misiva dirigida a su ministra de Relaciones Exteriores, instándola a que en breve plazo exhiba señales concluyentes y confiables del gradual y sostenido retorno a los decorosos hábitos de la concordia entre compatriotas más la observancia escrupulosa de los códigos y estatutos de la supranacionalidad. De no obrar indicativos evidentes de mejora en tiempo prudencial, examinar entonces providencias más rígidas a asumir.
El MERCOSUR sobrevivirá, estamos seguros, a este segundo y riguroso revés que pone a prueba la capacidad de sus dirigentes por minimizar las averías y maximizar las avenencias. Insistir en quebrantar los estándares del Estado de Derecho, menospreciando las potestades inembargables de la ciudadanía, nulo favor proporcionará a los talentos individuales y grupales abocados en regenerar las dislocaciones de la unidad corporativa.
La encrucijada también es altamente propicia para enmendar la ausencia de taxativas reglamentaciones en ciertas materias, como las referidas al traspaso oficial de la Presidencia Pro Témpore, la demora en la adopción de las normativas aprobadas, y la adhesión incondicional al modelo internacional que consagra el respetuoso disenso en las sociedades libres, entre otras lagunas jurídicas que una Comisión de Letrados se encargaría de detectar, analizar y dictaminar, para a renglón seguido someterlas a la decisión del CMC y, finalmente, a los respectivos Congresos y Asambleas Nacionales.
“La crisis es oportunidad de crecimiento y cambio”. Nadie, ni entidades ni personas, persisten deliberadamente en sus errores y omisiones cuando éstos son abiertamente nocivos para sí y sus entornos; en contrapartida escogen emplear productivamente las severas enseñanzas de cara a rectificar malsanas conductas y evolucionar integralmente. Que el razonamiento citado sirva de palanca para que los consocios del MERCOSUR, algunos, no todos, reformen su realidad existencial, adecuándolas al conjunto y no a sus aisladas percepciones.-
Agosto de 2016
Parlamentario ALFONSO GONZÁLEZ NÚÑEZ
Presidente de la Delegación paraguaya en el Parlamento del MERCOSUR